Aislamiento a 10.000 km: Aamamá

Estar lejos no es fácil.

Alguien me dijo hace un tiempo que eso de poner “aa” delante del nombre de tu “principal” contacto en el teléfono ya no sirve. Desde luego: Si hoy, en medio de este caos pandémico me pasara algo, me gustaría ver a mi mamá atendiendo una llamada desde Dinamarca y tratando de interpretar media palabra de lo que la otra persona está diciendo.

Y sin embargo, ahí sigue. Aamamá.
Siempre se habla de los que se van. De los que se van a otra ciudad ─o país, o continente─ porque quieren una nueva vida. Un curso universitario. Un trabajo. Una desconexión. Lo que sea… …Pero nunca se habla de los que se quedan. De LAS que se quedan. De esas madres que siguen llenando el congelador de tuppers “por si acaso”; un “por si acaso” que cada vez se da menos. Las que siguen llamando tu habitación a tu habitación, a pesar de que llevas meses sin dormir ahí y pasarán otros cuantos sin pisarla.

Las que, orgullosas, se alegran de lo bien que va mientras, por dentro, desea con todas sus fuerzas ─para que negarlo─ que se acabe y vuelvas a casa. Las que se alegran cuando perdés algo en la otra punta del mundo, algo tan simple como un par de medias (“si es que aún me necesitas, yo lo habría encontrado”, dice) y, aún a 14.000 kilómetros de distancia, sigue actuando como tu agenda para cumpleaños y eventos.

Las que no llaman todos los días para no agobiar, pero que si les dieras luz verde, no se despegarían del teléfono. Ese que miran a cada instante para ver una nueva foto, un nuevo whatsapp.

Cómo se las arreglan para esquivar idiomas y ver dónde están sus hijos; cómo aprenden a usar las últimas tecnologías para hablar con ellos o cómo aguantan querer tanto a alguien y tenerlo tan lejos.

En estos momentos, de este lado del charco algunos estamos encerrados hace mas de una semana, otros ya llevan mucho mas tiempo y con aislamiento extremo. La situación se descontrola y los que mas desprotegidos están son los que no dudarían un segundo en quedarse adentro si los más débiles y expuestos fuésemos los jóvenes.

A las Aamamás, las abrazamos, las amamos. A los que están cerca, a los que tienen la posibilidad de quedarse en casa en estos momentos, cuídense y cuídenlas.

Gracias a Luciano A. Gasparini Palladino
Aka. @unviajerosintacc en Instagram ?

Un viajero sin tacc
@unviajerosintacc
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